Este es uno de los datos más destacados de la tercera edición del Atlas de la European Heart Society (ESC), publicado recientemente por la Sociedad Europea de Cardiología en su revista European Heart Journal, que refleja las últimas estadísticas sobre las enfermedades cardiovasculares en nuestro entorno a partir de los datos recopilados de los 57 países que forman parte de la ESC.
Este informe llega en un momento muy esperado, pues la pandemia de la COVID-19 ha causado estragos en todas las economías nacionales y, quizás lo más importante, en sus Sistemas de Salud con consecuencias nefastas para la atención sanitaria. Con la pandemia, la atención sanitaria se volcó en la contención del virus y la atención de las personas afectadas por la COVID-19, lo que ocasionó una grave pérdida de la continuidad asistencial que conllevó un detrimento de la prevención, diagnósticos y la atención general de las personas con patologías crónicas previas.
Ante esta situación, ahora más que nunca es necesario planificar en salud y, para ello, es fundamental poder contar con datos epidemiológicos fiables que favorezcan la toma de decisiones acertadas para mejorar el abordaje de las enfermedades crónicas en nuestra región, que a día de hoy representan el 71% de las muertes a nivel mundial y el 85% de las muertes en la Unión Europea (UE), y que están encabezadas por las enfermedades cardiovasculares (ESC) con 17,9 millones de muertes anuales en todo el mundo y 1,8 millones en la UE.
Gracias a los datos del Atlas, sabemos que actualmente son 113 millones las personas que conviven con algún tipo de ECV en Europa, y que ésta es también la causa de muerte más común representando el 45% y el 39% de las muertes en mujeres y hombres, respectivamente. El informe retrata una región de población envejecida con bajas tasas de natalidad. En concreto, entre 1970 y 2019, la proporción de personas mayores de 65 años aumentó de mediana pasando del 9,2% al 17,2% y la mediana de edad aumentó de 29,6 a 41,1 años. Además, entre 1970 y 2018 las tasas de fecundidad cayeron de 2,6 a 1,6, situándose por debajo del promedio de 2,1 bebes nacidos vivos por mujer necesarios para el reemplazo de la población en ausencia de movimientos migratorios.
En cuanto al medio ambiente, si bien las concentraciones medias de materia particulada (PM) de 2.5 micras han disminuido durante los últimos 30 años, estas disminuciones se limitaron principalmente a los países de ingresos altos. En 2019, las concentraciones medianas de PM2.5 fueron más del doble en los países miembros de ESC de ingresos medios, en comparación con los de ingresos altos, y excedieron el estándar de calidad del aire de la UE en 14 países (todos de ingresos medios). En este sentido, cabe resaltar que la contaminación del aire es un factor de riesgo clave para las enfermedades cardiovasculares y contribuye a la carga de enfermedades a nivel mundial; de hecho, se estima que el 12% de todas las muertes en 2019 fueron debidas a la contaminación ambiental exterior y también dentro del hogar. Sin ir más lejos, cada año se producen en Europa unos 48.000 nuevos casos de enfermedad coronaria debido a la contaminación acústica y ambiental y, a nivel mundial, casi el 20% de las muertes por ECV se atribuyen a la contaminación del aire.
“Los factores de riesgo sociodemográficos y ambientales reciben relativamente poca atención por parte de los cardiólogos, pero contribuyen sustancialmente al riesgo de ECV. Europa ahora tiene una población muy alta y esto exacerbará la creciente carga de ECV. Esta situación se ve agravada por el aumento de la población urbana que amenaza la salud del corazón debido a la polución, el ruido, la privación social y el estrés. De hecho, se estima que hasta el 40 % de las personas que viven en la UE están expuestas a niveles de ruido que sobrepasan los límites residenciales permitidos”, subraya el profesor Adam Timmis, presidente del equipo de redacción del informe.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció en su Plan de Acción Mundial en 2014 unos objetivos para las enfermedades no transmisibles que deben cumplirse para 2025, pero los datos de este reciente informe sugieren que, en los países miembros de la ESC, es poco probable que se logren la mayoría de los objetivos relacionados con la salud cardiovascular.
La OMS pidió un cese del aumento de la obesidad, pero en el informe se observa que entre 2010 y 2016 la prevalencia de la obesidad pasó del 20,4% al 22,7% en mujeres y del 19,2% al 22,2% en hombres. Del mismo modo, los datos emparejados de 2010 y 2015 procedentes de 26 países mostró un aumento del 32% en la mediana de la prevalencia de la diabetes, pasando del 2,6% al 3,4% durante ese período. Asimismo, el objetivo de la OMS es una reducción relativa del 25% en la prevalencia de la hipertensión (HTA) para 2025 y lo que revela el informe es que, de 2010 a 2015, la prevalencia mediana de la HTA disminuyó solo un 3,4%, pasando del 25,9% al 25,0%.
El Atlas revela que en 2019 más de uno de cada cinco adultos en los países miembros de la ESC eran fumadores diarios. Las disminuciones en la prevalencia del tabaquismo entre 2010 y 2018 se limitaron en gran medida a los países de ingresos altos donde las tasas cayeron un 31,0% en mujeres y un 18,5% en hombres, mientras que los países de ingresos medios mostraron pocos cambios en los hombres y un aumento en las mujeres durante ese período. Así, estas previsiones sugieren que el objetivo de la OMS de una reducción relativa del 30% en el consumo de tabaco probablemente se logre solo en los países de ingresos altos si continúan las tendencias actuales, pero es poco probable que se logre en los países de ingresos medios.
La OMS pidió también una reducción relativa de al menos un 10% en el uso nocivo del alcohol que también es poco probable que se cumpla. De 2010 a 2018, el consumo medio de alcohol per cápita en los países miembros de ESC mostró una disminución de 5,1 a 4,5 litros en las mujeres y de 17,2 a 15,0 litros en los hombres.
“Este informe revela que aún existen desigualdades asombrosas entre los 57 países miembros de la ESC. Si bien los cambios en el estilo de vida brindan una gran oportunidad para abordar estas brechas, el acceso más generalizado a nuevas terapias también debería ser una prioridad. A medida que las poblaciones continúan envejeciendo, la carga de enfermedades cardíacas seguirá aumentando y los políticos deben actuar ahora para proteger a sus ciudadanos”, advierte el profesor Panos Vardas, ex presidente de la ESC y actual director de estrategia de la Agencia Europea del Corazón de la ESC en Bruselas.
Además de la carga que suponen para la salud, las ECV imponen una carga financiera y económica sustancial en los presupuestos sanitarios de todos los países de la ESC. Desafortunadamente, muy pocos estudios han estimado sistemáticamente el coste de las ECV a nivel internacional, pero según estimaciones de la Red Europea del Corazón en 2015, las ECV cuestan a la economía de la UE un total de 210 billones de euros al año.
Al respecto, la profesora Aleksandra Torbica, la economista en salud del informe Atlas, alerta que, “con el envejecimiento de la población y el aumento de los costes en la atención, las ECV erosionarán aún más las economías nacionales a menos que los legisladores actúen ahora para proteger a sus ciudadanos. Esto es particularmente importante para los países miembros de la ESC de ingresos medios, donde las tasas de ECV son más altas y las economías nacionales tienen menos capacidad para financiar grandes costes”.
Fuentes:
- Europe set to miss global heart health targets as obesity skyrockets. European Society of Cardiology. ESC Press Release.23 December 2021. Disponible aquí.
- Timmis, Adam; Vardas, Panos; Townsend, Nick; Torbica, Aleksandra; Katus, Hugo; et al. European Society of Cardiology: cardiovascular disease statistics 2021. European Heart Journal, 2022. Disponible aquí.
- Brennan, P., Perola, M., van Ommen, GJ. et al. Chronic disease research in Europe and the need for integrated population cohorts. Eur J Epidemiol 32, 741–749 (2017). Disponible aquí. en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5662668/