Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la principal causa de muerte entre las mujeres en todo el mundo y también en nuestro país. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2021 fallecieron 119.196 personas a consecuencia de enfermedades cardiovasculares, siendo las mujeres las más afectadas, pues cada año mueren casi 7.500 mujeres más que hombres en España por este tipo de patologías.

En esta línea, la cardióloga Martha Gulati, del Cedars-Sinai Heart Institute, ha subrayado en el Congreso SEC23 que cuando las españolas sufren un infarto agudo de miocardio, tienen muchas más probabilidades de morir por esta causa que los hombres. Además de los clásicos factores de riesgo cardiovascular (presión arterial, colesterol, tabaquismo, obesidad y sedentarismo, etc.), que son más prevalentes en edades avanzadas, existen diferencias biológicas que pueden afectar al riesgo cardiovascular en las mujeres.  

Las mujeres acuden de forma más tardía al centro hospitalario porque, a pesar de que el 80% de las mujeres con infarto de miocardio presentan dolor o presión en el pecho como síntoma principal, igual que los hombres, es cierto que también pueden presentar otros síntomas más difíciles de reconocer como malestar general, mareos, náuseas, dolor en el hombro o abdomen, dificultad para respirar, palpitaciones, fatiga, etc. Por ello, desde la Sociedad Española de Cardiología (SEC) insisten en que, ante un dolor en el pecho de más de 15 minutos de duración y/o que reaparece dentro de una hora se debe pedir ayuda médica inmediata, tanto en hombres como en mujeres.

La ECV en la mujer aparece principalmente después de la menopausia, cuando desaparece el elemento protector de los estrógenos, aproximadamente diez años más tarde que los hombres y con otras enfermedades no cardiacas asociadas.

La cardióloga Martha Gulati ha señalado que incluso los factores de riesgo cardiovascular clásicos (hipertensión, colesterol, tabaquismo, diabetes, etc.) pueden tener un efecto diferente en las mujeres que en los hombres. “Las mujeres diabéticas tienen un riesgo mucho mayor de padecer cardiopatías que los varones. Del mismo modo, las mujeres que fuman tienen mayor riesgo que ellos de sufrir daño vascular. Incluso la tensión arterial puede ser diferente en ellas. Por tanto, es importante reconocer que el sexo importa y que no todo es igual entre hombres y mujeres”.

Existen también otros factores de riesgo específicos del sexo que pueden afectar únicamente a las mujeres. En relación con el embarazo destacan la preeclampsia, la hipertensión o la diabetes gestacional y el parto prematuro; asimismo, más allá de la etapa gestacional, también se asocia con más riesgo cardiovascular la menarquia precoz, el uso de anticonceptivos hormonales y los abortos espontáneos de repetición.

Además, las mujeres están infradiagnosticadas e infratratadas. “Hay retrasos en el diagnóstico del infarto de miocardio en las mujeres en comparación con los hombres. Además, el tratamiento en ellas es menos agresivo utilizándose con menos frecuencia las terapias médicas pautadas, se realizan menos intervenciones para abrir las arterias coronarias y las tasas de derivación a rehabilitación cardiaca son más bajas en las mujeres que en los hombres”. 

Ello ocurre, en parte, porque la mujer siempre ha estado menos representada en los ensayos clínicos, por lo que hay menor evidencia científica sobre cómo debe ser su tratamiento. Se considera erróneamente que las mujeres tienen un menor riesgo del que realmente padecen y se las considera un paciente “más frágil”, por lo que a menudo su manejo es menos intervencionista y su tratamiento más conservador (basado en fármacos y no en intervenciones), además de creer que necesitan un menor seguimiento. “Dejar fuera a las mujeres en ensayos clínicos es dejar fuera al 52% de la población mundial, lo que ha hecho que estemos mucho más retrasados en cuando a tratamientos destinados a la mujer”, como manifiesta la Dra. Gulati, quien añade que, “cada célula de nuestro cuerpo está influenciada por nuestro sexo biológico y, como tal, cada molécula está influenciada por nuestro sexo. Así, nuestra respuesta a todo puede diferir según el sexo”.

Así, las mujeres presentan un peor pronóstico que los hombres ante un problema cardiovascular debido a que consultan ayuda de forma más tardía, tienen mayor edad cuando debuta la enfermedad cardiaca y presentan un manejo más conservador, entre otros factores.

Desde Cardioalianza reclamamos que para avanzar en el campo de la salud cardiovascular es necesario poder alcanzar una atención médica en el ámbito cardiovascular que sea equitativa tanto para hombres como para mujeres. Asimismo, también creemos que es necesario poner en marcha estrategias de prevención encaminadas a sensibilizar y empoderar a la población femenina para la prevención y cuidado de su propia salud. “Es fundamental concienciar a la sociedad sobre el riesgo real que tienen las enfermedades cardiovasculares en las mujeres y de que éstas sean conscientes de que la enfermedad cardiovascular mata más a mujeres que hombres”, señala en este sentido Tomás Fajardo, presidente de Cardioalianza.

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