Así lo sugiere una investigación realizada por un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), liderada por los cardiólogos Valentí Fuster y Borja Ibáñez, que se acaba de publicar en la revista “European Heart Journal”. Según el estudio, la presencia de factores de riesgo cardiovascular activa la médula ósea para que produzca un aumento de células inflamatorias en la sangre, las cuales serían las desencadenantes del inicio de la enfermedad aterosclerótica.

La ateriosclerosis representa la primera causa de enfermedad cardiovascular (ECV). Se trata de un proceso de formación de placas de ateroma (una acumulación de grasa, colesterol, calcio y otras sustancias inflamatorias) en las paredes de los vasos sanguíneos que, con el paso del tiempo, se va endureciendo hasta impedir la correcta circulación de la sangre. Se trata de un proceso silente, que cursa sin sintomatología alguna hasta que estas placas acaban provocando un accidente cardiovascular, una trombosis sobreimpuesta, un infarto agudo de miocardio, ictus cerebral, o incluso la muerte súbita. A pesar de que es bien conocida la relación entre la ateriosclerosis y la ECV, aún se desconocen los mecanismos responsables del inicio de esta enfermedad.

Gracias al estudio PESA-CNIC-Santander (Progression of Early Subclinical aterosclerosis) –un proyecto conjunto entre el CNIC y el Banco Santander que se inició hace más de 10 años y que cuenta con la participación de 4.200 trabajadores del banco– los investigadores del CNIC han podido estudiar en humanos la asociación sugerida en otros estudios experimentales de que el incremento de la actividad en la médula ósea está involucrado en la asociación entre la presencia de factores de riesgo cardiovascular metabólicos y el proceso de inflamación de la aterosclerosis.

Ahora, gracias a esta investigación, se ha demostrado que efectivamente los factores de riesgo relacionados con el síndrome metabólico, como la obesidad central (perímetro de la cintura aumentado), los triglicéridos altos, el colesterol HDL bajo, la glucosa en sangre elevada, la resistencia a la insulina o la tensión arterial; provocan un aumento de la actividad metabólica en la médula ósea. Los investigadores han podido llegar a esta conclusión mediante el uso de técnicas de imagen avanzadas como es la tecnología híbrida de tomografía por emisión de positrones (PET) y resonancia magnética (RM), ya que los niveles de captación de glucosa observados a través del PET permiten determinar la proliferación de células inflamatorias en la médula ósea.

“Hemos visto que la activación de la médula ósea produce un aumento de células inflamatorias en la sangre, las cuales desencadenan un proceso que daría lugar al inicio y posterior progresión de la enfermedad aterosclerótica”, subraya Borja Ibáñez, director del Departamento de Investigación Clínica de CNIC, cardiólogo en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, y jefe de grupo en el CiberCV.

“Lo que ahora hemos visto es que antes de que se empiece a acumular grasa en las arterias la médula ósea ya está respondiendo ante determinados factores de riesgo como la obesidad, la hipertrigliceridemia o la resistencia a la insulina produciendo células inflamatorias que contribuyen a que se genere esa placa de ateroma, es decir, hemos ido más allá en la búsqueda de la raíz del problema”, precisa el director de Investigación Clínica del CNIC.

Así, los resultados de esta primera parte del trabajo señalan que es posible identificar de forma precoz el inicio de la ateroesclerosis en sujetos sanos, es decir entre aquellos en los que aún no se ha manifestado la enfermedad, pero que sí presentan factores de riesgo metabólico (hipercolesterolemia, hipertensión, diabetes, obesidad, etc.)

En definitiva, ahora sabemos que la médula ósea se activa en respuesta a situaciones de estrés crónico y factores de riesgo cardiovascular, una observación que podría servir para un diagnóstico más temprano de la ateroesclerosis y abre una nueva ventana para encontrar posibles tratamientos que prevengan el desarrollo de la aterosclerosis. “La identificación precoz de la aterosclerosis nos permitirá avanzar en el conocimiento de los mecanismos por los que se produce, lo cual abre la puerta a encontrar nuevos tratamientos que puedan prevenir la progresión de la esta enfermedad tan letal”, concluye el Dr. Ibáñez.

Fuentes:

  • Ana Devesa, Manuel Lobo-González, Juan Martínez-Milla, Belén Oliva, Inés García-Lunar, Annalaura Mastrangelo, Samuel España, Javier Sanz, José M. Mendiguren, Hector Bueno, Jose J. Fuster, Vicente Andrés, Antonio Fernández-Ortiz, David Sancho, Leticia Fernández-Friera, Javier Sanchez-Gonzalez, Xavier Rossello, Borja Ibanez, Valentin Fuster, Bone marrow activation in response to metabolic syndrome and early atherosclerosis, European Heart Journal, 2022;, ehac102, https://doi.org/10.1093/eurheartj/ehac102
  • La médula ósea, vinculada con el desarrollo de infartos e ictus”. La Razon.es. Disponible en: https://www.larazon.es/salud/20220322/qtwbtguaqnc53gvod2vz7bmg6u.html

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