Así lo ha constatado un reciente trabajo presentado en el marco del Congreso de la European Society of Cardiology (ESC), que analizó la asociación existente entre el consumo de alimentos ultraprocesados y el desarrollo y muerte por enfermedad cardiovascular durante un período de 10 años.
Un alimento ultraprocesado es, según la clasificación NOVA, que categoriza a los alimentos en función del procesamiento que han recibido, aquel que se elabora a partir de ingredientes ya procesados y que no contiene ingredientes frescos o que puedan identificarse en su presentación final. Estos alimentos son formulaciones de ingredientes industriales y entre sus ingredientes predominan los procesados tales como el almidón, el azúcar, los aceites y la sal, además de una variedad de aditivos industriales (conservantes, estabilizantes, potenciadores de sabor, colorantes, aromatizantes, etc.) que imitan las cualidades sensoriales de los alimentos frescos.
Ejemplos de alimentos ultraprocesados serían: refrescos y bebidas azucaradas, dulces, cereales para el desayuno, galletas, bollería industrial, pan producido en masa, pasteles, aperitivos salados y dulces, margarina, salsas, embutidos, hamburguesas, pizza, postres lácteos azucarados, frutos secos azucarados, todo tipo de comida preparada como fideos instantáneos y sopas, verduras enlatadas con sal, etc. Se caracterizan por su baja calidad nutricional, conveniencia (están listos para consumir en cualquier momento, sin necesidad de preparación), disponibilidad (el entorno favorece su consumo) e hiper-palatabilidad (son extremadamente sabrosos). Además, desplazan el consumo de alimentos beneficiosos y se alejan de los patrones alimentarios verdaderamente saludables como la Dieta Mediterránea y en muchos países como EE.UU. representan alrededor del 25-60% de la ingesta diaria de energía.
Para evaluar la relación existente de estos productos con los ataques cardíacos y los accidentes cerebrovasculares, investigadores de la Universidad de Harokopio de Atenas (Grecia) decidieron analizar la asociación existente entre el consumo de alimentos ultraprocesados con el desarrollo y defunción por enfermedad cardiovascular durante un período de 10 años.
Como muestra poblacional, los investigadores utilizaron los datos del estudio prospectivo ATTICA, que se llevó a cabo en Grecia durante 2001-2012. En el inicio del estudio se inscribieron adultos sanos (libres de enfermedad cardiovascular), a quienes se les preguntó sobre la frecuencia y el tamaño de las porciones en cuanto a la ingesta de una variedad de alimentos y bebidas que habían consumido durante los siete días anteriores. Además, también pasaron un cuestionario para evaluar el nivel de adherencia a un patrón dietéticamente cardiosaludable como es la dieta mediterránea, que hace hincapié en el consumo de frutas, verduras y cereales integrales. En función de las respuestas a los participantes se les asignó una puntuación de 0 a 55 (los valores más altos significan una mayor adherencia).
Los investigadores realizaron un seguimiento de estos pacientes a lo largo de 10 años para detectar la aparición de eventos cardiovasculares fatales y no fatales, en los que se incluyó el infarto de miocardio, la angina inestable, el accidente cerebrovascular, la insuficiencia cardíaca y los trastornos del ritmo cardíaco (arritmias).
El estudio incluyó a un total de 2.020 participantes, de los cuales 1.014 eran mujeres y 1.006 eran hombres, con una edad promedio de 45 años y, de media, los participantes consumían aproximadamente 15 porciones de alimentos ultraprocesados por semana, según la encuesta que respondieron al inicio del estudio.
Los resultados del trabajo mostraron que a lo largo de los 10 años de seguimiento hubo 317 eventos cardiovasculares, siendo la incidencia de los eventos cardiovasculares progresivamente mayor a medida que aumentaba el consumo de alimentos ultraprocesados. En concreto, con un consumo semanal promedio de 7,5, 13 y 18 porciones, la incidencia de enfermedad cardiovascular fue de 8,1%, 12,2% y 16,6%, respectivamente. Cada porción adicional semanal de alimentos ultraprocesados se asoció con un 10% más de probabilidad de enfermedad cardiovascular dentro de la década.
Seguidamente, reevaluaron la asociación según la adherencia a la dieta mediterránea y se observó como el papel agravante de los alimentos ultraprocesados se hizo aún más fuerte en los participantes con un bajo nivel de adherencia a este patrón dietético. En concreto, en aquellos con una puntuación de dieta mediterránea menor de 27, cada porción adicional semanal de alimentos ultraprocesados se asoció con una probabilidad un 19% más alta de enfermedad cardiovascular dentro de la década. Por el contrario, en aquellos con un nivel moderado a alto de adherencia a la dieta mediterránea (puntuación superior a 27), cada porción adicional semanal de alimentos ultraprocesados se asoció con un 8% más de probabilidad de enfermedad cardiovascular dentro de los 10 años, pero la asociación ya no lo era significativa.
La autora principal del estudio, la Dra. Matina Kouvari, de la Universidad de Harokopio, concluye que, “se están acumulando pruebas de una asociación entre los alimentos ultraprocesados y el aumento del riesgo de padecer varias enfermedades crónicas. Nuestro estudio sugiere que la relación perjudicial en relación con las enfermedades cardiovasculares es aún más fuerte entre aquellos individuos que consumen una dieta generalmente poco saludable”, y añade que, “es necesario aumentar iniciativas de salud pública y políticas de nutrición que estén enfocadas a promover opciones de alimentos más nutritivos, mientras que para los individuos parece sensato limitar la ingesta de alimentos ultraprocesados ».
Fuentes:
- European Society of Cardiology. Ultra-processed food is associated with cardiovascular disease. Nota de prensa 28 Agosto 2021. Disponible aquí.