La Fibrilación Auricular (FA) es la alteración del ritmo cardiaco (también denominada arritmia) más frecuente en nuestro país y en todo el mundo, pues se calcula que la padece cerca del 2% del total de la población y hasta el 18% de la población mayor de 85 años, por lo que afecta en mayor medida a la gente de mayor edad.

El ritmo normal del corazón oscila entre 60 y 100 latidos por minuto y recibe el nombre de ritmo sinusal. Cuando aparece la arritmia el ritmo normal del corazón se altera, puede acelerarse a pesar de estar en reposo (taquicardia) o hacerse más lento (bradicardia), y el corazón fibrila (como si temblase). Esa pérdida de sincronía en el ritmo cardiaco puede ocasionar la formación de coágulos de sangre en el interior del corazón, que pueden trasladarse des del corazón hasta el cerebro y causar un accidente cerebrovascular (ictus). Por ello, la FA es la principal causa de ictus.

Para restablecer y controlar los latidos del corazón y evitar así la formación de coágulos sanguíneos, existen distintas opciones de tratamiento: farmacológicos, la cardioversión, la cirugía o técnicas intervencionistas mediante catéter. Entre éstas últimas, las más extendidas son la ablación cardiaca (destrucción de células con catéter) por radiofrecuencia y por crioablación, a las que ahora se suma también la ablación mediante electroporación.

Tanto la ablación por radiofrecuencia como la crioablación se basan en la energía térmica para producir, bien por calor o por frío, una necrosis (muerte del tejido celular) en una determinada zona del miocardio, y de esta forma generar el aislamiento. La electroporación, en cambio, no se basa en la energía térmica, sino que se sirve de una fuente de energía eléctrica. “La electroporación consiste en pulsos eléctricos de alto voltaje, hablamos de miles de voltios, entregados en muy poco tiempo y de forma repetitiva, lo que provoca un daño en la célula por apertura de canales en la membrana”, explica a Diario Médico el cardiólogo Nicasio Pérez Castellano, jefe de sección de Arritmias del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid y miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Cardiovasculares (CiberCV).

Como su mismo nombre indica, el mecanismo de esta nueva técnica consiste en crear poros microscópicos en la membrana de la célula miocárdica, modificando el paso de las diferentes concentraciones iónicas en el exterior e interior de las células. De esta forma, si la corriente de energía es muy alta o se repite, el daño en la membrana es tan importante, que finalmente causa la muerte celular.

Una de las principales ventajas de esta técnica con respecto a las otras dos mencionadas anteriormente es que la electroporación no precisa de contacto directo con el tejido. “En la ablación por radiofrecuencia o punto a punto el contacto resulta clave; si el catéter no alcanza un adecuado contacto y presión con el tejido, no se consigue producir una lesión importante. Y con el frío pasa lo mismo, también depende de que haya una buena oclusión. Por el contrario, con la electroporación el contacto no es tan crítico, simplemente es importante que el catéter esté cerca de la zona en la que se busca crear la ablación”, destaca el Dr. Nicasio Pérez, quien añade que se trata, además, de una técnica más sencilla y más rápida, pues con solo una única aplicación los potenciales eléctricos llegan a la zona que se quiere aislar por ablación.

Además, esta técnica permite una gran precisión a la hora de eliminar circuitos cardiacos responsables de la FA, sin dañar los tejidos adyacentes sanos. “Esta nueva técnica solo afecta o lesiona el miocardio auricular, mientras que las estructuras que están alrededor, como el esófago o las arterias coronarias, no reciben ningún tipo de agresión por parte de esta nueva tecnología”, explica por otro lado el Dr. Ángel Arenal, cardiólogo del Hospital Gregorio Marañón. “Es una tecnología que se puede aplicar a todo el mundo y que puede crear lesiones en las aurículas y destruir el tejido anómalo que está provocando las arritmias. Es muy segura y eficiente, porque nos permite hacer lesiones en zonas que con otras tecnologías o fuentes de energía no podemos actuar. Además, es un gran adelanto, pues simplifica los procedimientos y va a permitir que los pacientes estén muy poco tiempo en un hospital”, añade el Dr. Arenal.

En este sentido, son varios los estudios que se han realizado hasta la fecha que avalan una efectividad y seguridad de esta técnica equiparables a la de la radiofrecuencia. Así se ha visto en los ensayos pivotales con diferentes catéteres, como el estudio ADVENT publicado en New England Journal of Medicine, el ensayo PULSED AF publicado en Circulation, o el registro postcomercialización MANIFEST-PF que evaluó la técnica en 1.758 pacientes europeos.

Y es que, en este sentido, los nuevos consensos sobre ablación europeos, presentados en la reunión de la EHRA (Asociación Europea de Ritmo Cardiaco) el pasado mes en Berlín, “sitúan a la ablación de la FA como primera línea de tratamiento, algo que antes se dejaba para casos refractarios a medicación y a valorar, de forma individualizada, en determinados pacientes que no habían recibido fármacos. Ahora, las guías de práctica clínica recomiendan el procedimiento intervencionista incluso antes del tratamiento farmacológico, con lo que la cantidad de pacientes candidatos para ablación irá en aumento”, concluye el Dr. Nicasio Pérez.

FUENTES:

  • Gómez-Doblas JJ. Epidemiología de la fibrilación auricular. 2016; 16(S1):2-7.

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