La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estimado en 14,9 millones las muertes directas o indirectas asociadas a la COVID-19 producidas entre el 1 de enero de 2020 y el 31 de diciembre de 2021, con un total de 5,4 millones de fallecimientos a causa del virus SARS-CoV-2. En este sentido, numerosos estudios han puesto de manifiesto el grave impacto que la pandemia causó en la atención y diagnóstico de otras enfermedades crónicas, haciendo hincapié en las enfermedades oncológicas y cardiovasculares.

Para conocer el impacto real que tuvo la COVID-19 en la atención de las enfermedades cardiovasculares (ECV), un grupo internacional de médicos y científicos especializados en datos dirigido por la Universidad de Leeds (Reino Unido), ha llevado a cabo una revisión sistemática de la literatura a través de un metaanálisis para cuantificar los efectos reales de la pandemia en los Servicios de Cardiología (en términos de acceso, tratamiento y resultados) e investigar las variaciones que se han producidor por condiciones cardiovasculares, región geográfica, ingresos del país y el curso temporal de la pandemia.

El estudio, que se ha publicado recientemente en la revista ‘European Heart Journal’, ha analizado los datos procedentes de 189 estudios que analizaban el impacto de la COVID-19 en los Servicios de Cardiología de 49 países de seis continentes y que abarcaban un periodo de dos años, desde 2019 hasta 2021.

Los datos analizados demuestran un sustancial descenso global de los ingresos hospitalarios entre aquellas personas que padecen algún tipo de enfermedad cardiovascular. En concreto, en todo el mundo, los hospitales registraron un descenso del 22 % en el número de personas que sufrieron un infarto de miocardio con elevación del segmento ST (IAMCEST) y, como consecuencia, aumentó el número de personas que morían en sus domicilios por afecciones cardíacas. De media, los casos que finalmente fueros asistidos médicamente, tuvieron más de una hora (69 minutos) de retraso para llegar al hospital o tener contacto con los médicos.

Asimismo, a lo largo de la pandemia se produjo un descenso del 34 % en las operaciones de corazón en todo el mundo y se colocaron algo más de la mitad (51 %) de los dispositivos electrónicos implantables (marcapasos, desfibriladores automáticos, implantables, etc.), en comparación con los tiempos antes de la pandemia.

Los resultados de este trabajo evidencian, en primer lugar, que la pandemia de la COVID-19 provocó una disminución global del número de hospitalizaciones por enfermedad cardiovascular aguda, la aplicación de menos procedimientos diagnósticos e intervenciones y menos consultas ambulatorias y comunitarias.

En segundo lugar, no encontraron ninguna diferencia en la disminución de las hospitalizaciones por síndrome coronario agudo con elevación del segmento ST (SCACEST), síndrome coronario agudo sin elevación del segmento ST (SCASEST) o insuficiencia cardíaca (IC), entre la primera y segunda ola de COVID-19.

En tercer lugar, aunque estos problemas fueron identificados en todo el mundo, este análisis pone de manifiesto que existe una disparidad en la gravedad de los daños cardiovasculares colaterales entre fronteras geográficas y económicas. Así, en los países de bajos y medianos ingresos económicos y países fuera de Europa y América del Norte, observaron una disminución más severa del número de hospitalizaciones y revascularizaciones por infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST (IAMCEST), con mayores retrasos en su atención y mayor frecuencia de aplicación de tratamiento mediante trombólisis (disolución del coágulo de sangre mediante medicamentos antitrombóticos o fibrinolíticos).

«Nuestro análisis muestra que durante la pandemia por COVID-19, las personas no recibieron la atención cardíaca que deberían haber recibido y esto tendrá consecuencias. Los sistemas sanitarios deben reforzar los sistemas para ayudar a apoyar y tratar a las personas cuyas condiciones cardíacas empeorarán inevitablemente a causa de la pandemia«, señala Ramesh Nadarajah, investigador clínico de la Fundación Británica del Corazón en la Universidad de Leeds y autor principal del estudio.

Samira Asma, subdirectora General de Datos, Análisis y Prestación de Servicios para el Impacto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y una de las autoras del trabajo, resalta que, «el análisis revela que la carga de la COVID-19 ha recaído de forma desproporcionada en los países de ingresos bajos y medios, y sospechamos que aumentará la brecha de desigualdad en los resultados sanitarios de la atención cardíaca entre los países de ingresos altos y los de ingresos bajos y medios, donde vive el 80 % de la población mundial”, y añade que, “esto subraya la necesidad de una cobertura sanitaria universal y el acceso a una atención de calidad, más aún durante la pandemia».

Los autores de la investigación advierten de que la interrupción de los Servicios cardiovasculares producidos por la pandemia conllevará consecuencias graves en la atención sanitaria que requerirán de una acción rápida por parte de las administraciones sanitarias. «Los daños cardiovasculares colaterales derivados de los diagnósticos fallidos y los retrasos en los tratamientos seguirán acumulándose a menos que se apliquen rápidamente estrategias de mitigación. El aplazamiento de los procedimientos intervencionistas, especialmente en el caso de las cardiopatías estructurales, deja a muchos pacientes en situación de alto riesgo de sufrir resultados adversos», advierten.

Fuentes:

  • Ramesh Nadarajah, Jianhua Wu, Ben Hurdus, Samira Asma, Deepak L. Bhatt, Giuseppe Biondi-Zoccai, Laxmi S. Mehta, C. Venkata S. Ram, Antonio Luiz P. Ribeiro, Harriette G.C. Van Spall, John E. Deanfield, Thomas F. Lüscher, Mamas Mamas, Chris P. Gale, The collateral damage of COVID-19 to cardiovascular services: a meta-analysis, European Heart Journal, 2022;, ehac227, https://doi.org/10.1093/eurheartj/ehac227

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