Cuando hablamos de depresión, no estamos hablando de cambios en los estados de ánimo ni de espontáneas respuestas emocionales que a veces se pueden producir ante ciertos problemas de la vida. Cuando hablamos de depresión, como indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), estamos hablando de un serio problema de salud, especialmente cuando es de larga duración y de intensidad moderada a grave, que puede llegar a causar un gran sufrimiento en la persona y alterar sus actividades laborales, escolares y familiares, hasta el punto de llegar al suicidio.

La depresión es una enfermedad frecuente, que afecta a más de 300 millones de personas en todo el mundo, y es la principal causa de problemas de salud y discapacidad global. Parte de estas comorbilidades se deben a que se trata de una enfermedad cuya evolución es más crónica de lo que a menudo se supone y a tratamientos que no conducen a una remisión completa en todos los pacientes. Para ello, la psiquiatría tiene como objetivo encontrar más específicamente qué mecanismos fisiopatológicos subyacen a la depresión y cómo esto podría encauzar nuevas estrategias de tratamiento.

En esta línea, un estudio publicado este mes de septiembre en el Congreso del Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología (ECNC) ha analizado la reacción inmune de nuestro cuerpo en pacientes con depresión y ansiedad, y han observado, por primera vez, que ambos trastornos mentales tienen diferentes asociaciones bioquímicas con la respuesta inflamatoria de nuestro cuerpo y la manera en que éste metaboliza los lípidos.

En concreto, para el estudio recolectaron muestras de sangre de: 304 personas con depresión, 548 con ansiedad, 531 con depresión y ansiedad (juntas), 807 con trastornos remitidos de ansiedad o depresión y 634 adultos sanos. Con ellas, y a partir de un detector de resonancia magnética nuclear, empezaron a analizar la asociación entre 40 metabolitos que se encuentran en la sangre y síntomas de depresión y/o ansiedad.

Al comparar los resultados en sangre vieron que los adultos con únicamente depresión tenían los niveles de proteína C reactiva elevada, mientras que aquellos con solo ansiedad no. Los niveles de proteína C reactiva en sangre se utilizan para medir la inflamación del cuerpo. De hecho, esta proteína es producida por el hígado y liberada en el torrente sanguíneo en respuesta a la inflamación.

Asimismo, observaron que los adultos con únicamente depresión también tenían niveles más altos de triglicéridos (un tipo de grasa) en sangre y niveles más bajos de ácidos grasos omega-3, en comparación con aquellos que solo tenían ansiedad o el grupo sano.

Con este estudio se demuestra que la depresión y la ansiedad afectan de distinta manera a nuestro sistema inmune, lo que evidencia que, aunque puedan compartir varios síntomas, son trastornos distintos. Así, estos nuevos hallazgos podrían ayudarnos a perfeccionar el diagnóstico de estos trastornos y a diseñar nuevos tratamientos más específicos y con más éxito clínico para cada uno de estos trastornos.


Fuente:

  • Infosalus.com. Septiembre 2020. La depresión está relacionada con inflamación y cambio metabólico. Disponible aquí.

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