La semana pasada se celebró a nivel mundial la semana de concienciación sobre la insuficiencia cardiaca (IC) y, para conmemorarlo, desde Cardioalianza organizamos una jornada sobre la atención integral de la IC con perspectiva de género, en la que participaron tanto pacientes como distintos expertos sanitarios y de la administración, con el objetivo de aumentar el conocimiento acerca de la IC para mejorar la calidad de vida de las personas y las familias que conviven con ella.
La IC es un problema crónico y progresivo del corazón que impide que éste tenga capacidad suficiente para bombear la sangre rica en oxígeno hacia nuestro organismo. Se trata de una entidad que puede manifestarse a cualquier edad pero que está muy vinculada a la gente mayor, pues su prevalencia se duplica a partir de los 45 años. “La insuficiencia cardiaca es un síndrome con síntomas como fatiga o disnea y acumulación de líquido en otros órganos como el pulmón, hígado, piernas, etc. Cualquier enfermedad que afecte al corazón puede producir insuficiencia cardiaca, ej, un infarto de miocardio, una alteración en una válvula, una alteración del músculo cardíaco, una arritmia, etc. Cada paciente es diferente no solo por la enfermedad que produce la lesión en el corazón, sino también por la fisiopatología del daño cardiaco y las comorbilidades acompañantes. Por ello, cada paciente necesita un tratamiento individualizado”, destaca la Dra. Marisa Crespo, jefe de Sección de Insuficiencia Cardiaca del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña.
Aunque mucha gente piensa que se trata de una manifestación poco común, la verdad es que la IC afecta en torno a un 7-8% de la población, llegando a una prevalencia del 16,1% en personas de 75 o más años, según datos del estudio PRICE. “En parte, ello se debe a que es un problema que aparece a consecuencia de repetidos daños en el corazón, con lo que es razonable que afecte más a las personas mayores. Además, su incidencia va en aumento debido, por un lado, al envejecimiento de la población y, por otro, a que cada vez afortunadamente más personas sobreviven a un evento cardiaco”, explica Maite San Saturnino, presidenta de Cardioalianza.
Aunque es un síndrome que no tiene cura, existen tratamientos farmacológicos que mejoran los signos y síntomas de la IC o dispositivos que ayudan al corazón, todos ellos mejorando la calidad de vida de la persona y alargando su supervivencia. No hay que olvidar, sin embargo, que para mejorar la calidad de vida es muy importante también la implicación del paciente, quien debe hacer un cambio en el estilo de vida (práctica de ejercicio, dieta baja en sodio, control de ingesta de líquidos, control del estrés y reducción de peso, etc.; todo ello adaptado a la situación del paciente y bajo control médico) para controlar los signos que pueden agravar la enfermedad.
Normalmente la persona con IC presenta pluripatologías que le suponen una importante limitación para realizar las actividades de la vida diaria: afectación renal, respiratoria o neurológicas, entre otras. Así, los pacientes con IC son atendidos al mismo tiempo por distintos especialistas sanitarios y, por tanto, se requiere una buena coordinación entre los distintos niveles asistenciales, para poder garantizar un correcto seguimiento holístico del paciente que repercuta en una buena calidad de vida.
«Es importante que los pacientes podamos contar con un equipo especializado en insuficiencia cardiaca y para ello es esencial potenciar la creación de unidades de insuficiencia cardiaca. Desde estas unidades, hay que dotar de un rol importante a enfermería en la educación del paciente, para que sepamos cómo actuar y a qué síntomas debemos estar alerta«, manifiesta Cecilia Salvador como paciente y presidenta de la Asociación Española de Portadores de Válvulas Cardiacas, miembro de Cardioalianza.
En este sentido, desde atención primaria se señala que, “los médicos y enfermeras de atención primaria somos la referencia del paciente en el seguimiento de su enfermedad y tenemos una gran responsabilidad a la hora de educarles y acompañarles. Somos los responsables de detectar los primeros síntomas y facilitar un diagnóstico precoz para derivar cuanto antes el paciente al especialista hospitalario y, al mismo tiempo, tras el alta hospitalaria nos encargaremos de ayudar a prevenir nuevas descompensaciones”, destaca la Dra. María Sanz, médico de familia y miembro del Grupo Cardiovascular de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
“Los profesionales debemos ver qué necesidades tienen los pacientes e intentar ser un hilo conductor entre hospitalaria, primaria y domiciliaria; debemos ser parte de un equipo multidisciplinar junto con las personas con IC y sus familias, e implicar a la comunidad, las asociaciones, para que el paciente se sienta integrado e implicado en su autocuidado”, añade Maria Jesús Vicente, enfermera de IC del Hospital Universitario Fundación Alcorcón.
La insuficiencia cardiaca (IC), un síndrome que a partir de los 65 años afecta más a las mujeres y tiene peor pronóstico.
Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la primera causa de muerte en el mundo y también en nuestro país, siendo las responsables del 28,3% (120.859 fallecidos) del total de muertes, por delante de los tumores (26,4% con 112.714 muertes) y de las enfermedades del sistema respiratorio (12,6% con 53.687 muertes).
La ECV es la primera causa de muerte entre las mujeres, pero no todas las ECV afectan por igual a mujeres y a hombres. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el infarto agudo de miocardio es la segunda causa de fallecimiento entre los hombres y la sexta entre las mujeres, mientras que la IC es la tercera causa de muerte en las mujeres y la quinta en los hombres.
Aun así, los expertos manifiestan que la mujer podría estar infrarrepresentada en estos datos, pues hay recientes trabajos que demuestran que el riesgo de muerte en la mujer que sufre un IAM es el doble que el de los hombres (concretamente un 18,7% frente a 9,3%), y señalan como causante de esta disparidad la menor tasa de aplicación del tratamiento de intervencionismo coronario percutáneo de la angioplastia primaria, asociado a una mayor supervivencia y recomendado como tratamiento de elección en las guías de práctica clínica.
En cuanto a la IC, un reciente estudio realizado por el Grupo de Trabajo de Mujeres de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) ha comprobado como las mujeres después de sufrir un IAM tienen casi un 60% más de riesgo que los hombres de sufrir IC grave (shock cardiogénico). En concreto, después de analizar a un total de 20.262 pacientes con shock cardiogénico dentro de una muestra de 340.490 pacientes con IAM, el trabajo reveló que mientras un 8% de las mujeres sufren la complicación de shock cardiogénico después del IAM, en el sexo opuesto solo lo sufren un 5,1% de los hombres.
En referencia justamente a las diferencias de sexo, la Dra. Juana Carretero, médica internista del Hospital Universitario de Badajoz y vicepresidenta 1ª de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) apunta que, “la insuficiencia cardiaca en mujeres jóvenes tiene mejor pronóstico, pero a partir de los 60-65 años, en la posmenopausia, la mujer tiene más probabilidad que los hombres de desarrollar insuficiencia cardiaca y hasta se llega a duplicar su mortalidad”.
¿A qué se debe que las mujeres tengan un peor pronóstico en la IC a partir de cierta edad?
En general, sabemos que en la mujer la enfermedad cardiovascular aparece una media de 10 años más tarde, pero de forma más severa y con menor supervivencia. En este sentido, los expertos indican que ello se debe principalmente a la pérdida de estrógenos en la menopausia, ya que éstos ejercen un efecto cardioprotector en las mujeres y, por lo tanto, a partir de ese momento es cuando aumenta el riesgo de obesidad, hipertensión arterial, colesterol, etc.; por ello es muy importante mantener un estilo de vida lo más saludable posible en esa etapa de la vida y mantener a raya los factores de riesgo.
Además, las mujeres, están infrarrepresentadas en los ensayos clínicos. “En general, podríamos decir que los hombres representan el 70% de los participantes en los ensayos clínicos y las mujeres no llegan ni al 30%. Los resultados de estos ensayos son extrapolados a toda la población cuando la forma de metabolizar los medicamentos es completamente diferente entre ambos sexos”, señala la Dra. Carretero. “Además, cabe resaltar el condicionante social de la mujer y su papel como cuidadora principal en la pareja y núcleo familiar, que hace que en general ellas salgan más malparadas en cualquier enfermedad”, añade la médica internista.
En línea con este mensaje, la enfermera María Jesús Vicente subraya que, “Las desigualdades de género se producen porque es un determinante social de salud. Actúa en su papel de cohesión social. Es un eje de desigualdad que interactúa con otros determinantes, como nosotros que actuamos de intermediarios, y puede dar como resultado la inequidad en salud. Un ejemplo es el rol de cuidadoras de las mujeres, que en la mayoría de las ocasiones hace que se encarguen más de cuidar que de cuidarse ellas mismas”.
En este sentido la presidenta de Cardioalianza concluye con un mensaje esperanzador y es que, “parece que afortunadamente hay actuaciones en este sentido que muy pronto verán la luz como es la Estrategia en Salud Cardiovascular del Sistema Nacional de Salud, que ha contado con la participación de Cardioalianza y que tiene a la insuficiencia cardiaca como una de las patologías prioritarias. Pedimos que su aprobación se realice con urgencia para que su implementación se haga de forma rápida y eficaz en todo el territorio y que verdaderamente sirva de guía para mejorar la atención sanitaria de los pacientes cardiovasculares en nuestro país”.
El encuentro contó con la participación de Yolanda Agra, subdirectora adjunta de Promoción, Prevención y Calidad, y de Sonia Peláez, coordinadora de la Estrategia de Salud Cardiovascular, ambas de la Dirección General de Salud Pública, Calidad e Innovación del Ministerio de Sanidad; Maite San Saturnino, presidenta de Cardioalianza; Cecilia Salvador, paciente y presidenta de la Asociación Española de Portadores de Válvulas Cardiacas y miembro de Cardioalianza; Marisa Crespo, jefe de Sección de Insuficiencia Cardiaca del Complexo Hospitalario Universitario A Coruña; María Sanz, médico de familia y miembro del Grupo Cardiovascular de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG); Juana Carretero, Médico internista del Hospital Universitario de Badajoz y vicepresidenta 1ª de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), Maria Jesús Vicente, enfermera de IC del Hospital Universitario Fundación Alcorcón, y de Yolanda Rueda, socia-Directora de Nephila, que ha moderado la mesa de debate.
Fuente:
- Ribera Casado, José Manuel; Martín Sánchez, Francisco Javier. Insuficiencia cardiaca y edad. Revista Española de Cardiología. Vol. 69. Núm. 2. páginas 233-234 (Febrero 2016). Disponible aquí.
- Anguita Sánchez, Manuel; Crespo Leiro, María; de Teresa Galván, Eduardo, et al. Prevalencia de la insuficiencia cardiaca en la población general española mayor de 45 años. Estudio PRICE. Revista Española de Cardiología. Volume 61, Issue 10, October 2008, Pages 1041-1049. Disponible aquí.
- Instituto Nacional de Estadística (INE). (2019). Defunciones según la causa de muerte 2018. Defunciones por causas (lista detallada) sexo y edad. También disponible aquí.
- Sociedad Española de Cardiología. Ser mujer aumenta un 18% el riesgo de morir por infarto agudo de miocardio en España. Nota de prensa. 22 marzo 2019. Disponible aquí.
- Sociedad Española de Cardiología. Ser mujer incrementa en casi un 60% el riesgo de sufrir insuficiencia cardiaca grave tras un infarto de miocardio. Nota de prensa. 8 de marzo de 2021. Disponible aquí.