Históricamente se había asociado la enfermedad cardiovascular (ECV) más a los hombres que a las mujeres, pero gracias a los estudios publicados en las últimas décadas hoy sabemos que la ECV es también la primera causa de muerte entre el género femenino. La ECV aparece más tarde en la mujer, pero con más severidad y menor supervivencia, puesto que ellas tienen una probabilidad del 50% de morir tras su primer infarto mientras que este porcentaje se reduce hasta el 30% en el caso de los hombres.

¿Por qué esta diferencia?

Las hormonas femeninas protegen a la mujer de la enfermedad coronaria a lo largo de su periodo fértil aumentando el colesterol HDL (colesterol “bueno”) y disminuyendo la viscosidad de la sangre, reduciendo así su riesgo de trombosis. Cuando llega la menopausia y la mujer pierde su actividad estrogénica, se multiplican los factores de riesgo cardiovascular, produciéndose más diabetes, aumento del colesterol y obesidad.

Al igual que un infarto agudo de miocardio (IAM), el paro cardíaco es uno de los principales peligros a los que se enfrenta el corazón de una persona. Sin embargo, a diferencia del anterior, sus efectos son mucho más inmediatos y graves. Cuando tiene lugar este incidente se pierde el conocimiento, la persona se desmaya y se entra en parada cardiorrespiratoria. El corazón se para y, salvo actuación en los primeros minutos con un desfibrilador o maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP), la probabilidad de morir es muy alta.

Lo que hemos visto con los registros es que las mujeres presentan con mayor frecuencia peor pronóstico ante una parada cardiorrespiratoria y ello puede deberse a múltiples factores. Por un lado, las mujeres presentan mayor edad y más comorbilidades, además también sabemos que los eventos en la mujer son menos presenciados en lugares públicos, lo que suma una menor supervivencia al tener menor probabilidad de recibir reanimación cardiopulmonar de forma inminente. Sin embargo, algunos estudios han demostrado que ellas presentan una mayor probabilidad de lograr el restablecimiento de la circulación espontánea.

Entonces, ¿por qué ellas mueren más?

Para poder arrojar luz sobre las diferencias de sexo en la toma de decisiones de atención a la parada cardiaca extrahospitalaria (PCEH), el Grupo de Trabajo de Reanimación Cardiopulomonar de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) ha analizado los datos de dos grandes cohortes de pacientes con PCEH recuperada procedentes de dos ensayos clínicos del Consorcio de Resultados de Resucitación (ROC).

En referencia a la cohorte del estudio Continuous or Interrupted Chest Compressions during CPR (CCC), se estudiaron 4.875 pacientes reanimados con éxito de los cuales 1.825 (37,4%) eran mujeres. En el análisis se pudo observar que efectivamente éstas presentaban unas características más desfavorables que los hombres. En concreto, las mujeres presentaron una mayor edad (67,5 frente a 65,3 años), un menor porcentaje de reanimación por testigos (49,1% frente al 54,9%), menor porcentaje de parada presenciada (55,1% frente al 64,5%) o con primer ritmo desfibrilable (24,3% frente al 44,6%). Además, se comprobó que las mujeres recibieron en mayor proporción órdenes de no reanimación -ONR- (35,7% frente al 32,1%) y de limitación de tratamientos de soporte vital -LTSV- (32,8% frente al 29,8%). Asimismo, el grupo de féminas fue derivado con menor frecuencia a una coronariografía y recibió en menor proporción una estrategia de control de temperatura.

La supervivencia al alta fue menor en el grupo de mujeres que en el grupo de  hombres (22,5% frente al 36,3%) y, además, ellas presentaron una peor situación neurológica al alta. Después de verificar la asociación entre sexo y supervivencia modificada por las ONR y LTSV, observaron que las mujeres también tuvieron una supervivencia significativamente menor entre los pacientes en los que no se estableció ONR (31,3% frente al 49,9%) o LTSV (32,3% frente al 50,7%), sin diferencias significativas entre aquellos pacientes que sí recibieron dichas órdenes. Unos resultados similares fueron obtenidos en la segunda cohorte del estudio ALPS.

Así, este trabajo evidencia cómo las mujeres presentan unas características más desfavorables y mayores tasas de ONR y LTSV que los hombres, órdenes que en un 60% fueron establecidas en las primeras 72 horas de ingreso en contra de las recomendaciones actuales. Otro hallazgo al que nos ha permitido llegar este trabajo es que esta diferencia de sexo en la supervivencia ocurre principalmente entre aquellos pacientes con, a priori, mejor pronóstico; es decir, entre aquellos a los que no se estableció ONR o LTSV.

Los investigadores del Grupo de Trabajo de la SEC resaltan la necesidad de realizar más estudios clínicos sobre las diferencias de sexo en la atención y la toma de decisiones en los cuidados posreanimación, especialmente cuando el paciente es una mujer, ya que sigue existiendo menor porcentaje de supervivencia entre las mujeres sin una clara explicación clínica.

Desde Cardioalianza queremos resaltar la importancia del compromiso social de la cardioprotección y resaltar la necesidad de llevar a cabo campañas de sensibilización y también educativas, sobre cómo realizar una reanimación cardiopulmonar (RCP) y cómo utilizar los desfibriladores de los espacios públicos, pues solo 30 de cada 100 españoles sabrían realizar una reanimación, según datos de la Fundación Española del Corazón. Debemos tener en cuenta que el 80% de las paradas cardiorrespiratorias tienen lugar fuera del hospital y que la reanimación debe empezarse de forma inmediata, ya que por cada minuto que pasa las posibilidades de sobrevivir disminuyen un 10%.


Fuentes:

  • Purav Mody, Ambarish Pandey, Arthur S. Slutsky, Matthew W. Segar, Alex Kiss, Paul Dorian, Janet Parsons, Damon C. Scales, Valeria E. Rac, Sheldon Cheskes, Arlene S. Bierman, Beth L. Abramson, Sara Gray, Rob A. Fowler, Katie N. Dainty, Ahamed H. Idris, Laurie Morrison. Circulation 2020 Dec 15.doi: 10.1161/CIRCULATIONAHA.120.050427. Online ahead of print. Disponible aquí.
  • Fundación Española del Corazón. La enfermedad cardiovascular en la mujer: infradiagnosticada, infratratada e infrarrepresentada. Disponible aquí.

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