Una reciente investigación publicada el mes de junio en la revista Cardiovascular Diabetology y liderada por el área de Enfermedades Cardiovasculares del CIBER (CIBERCV), el Hospital Virgen de la Victoria de Málaga y el Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA), acaba de descubrir que dos biomarcadores oftalmológicos (el grosor de la membrana coroides y los niveles del factor estimulante de colonias de granulocitos en las lágrimas), podrían contribuir a mejorar la detección precoz de la cardiopatía isquémica. Por lo que se ha visto que el ojo refleja la salud del corazón.

Al hablar de cardiopatía isquémica estamos hablando de la falta de oxígeno al músculo cardíaco que se produce cuando se obstruye una arteria del corazón. Si esta oclusión se produce de manera lenta es cuando hablamos de angina de pecho y cuando se produce forma súbita, es cuando se produce un infarto agudo de miocardio.

La cardiopatía isquémica es la primera causa de muerte dentro del grupo de las denominadas “enfermedades circulatorias”. En concreto, estas fueron en 2020 las causantes del 26 % del total de defunciones (con un total de 30.891 muertes), según los últimos datos de defunciones publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2021.

La aterosclerosis es la principal causa de cardiopatía isquémica. Se trata del proceso de acumulación de placa (colesterol y otros lípidos y substancias inflamatorias de la sangre) en la pared de las arterias, que va saturando la arteria provocando un estrechamiento de la misma y reduciendo el flujo sanguíneo. Es lo que llamamos “estenosis”.

A día de hoy, “el cribado para la cardiopatía isquémica continúa siendo controvertido, ya que las técnicas disponibles resultan invasivas y tienen un elevado coste para los sistemas de salud”, señala Manuel Francisco Jiménez Navarro, investigador del CIBERCV y coordinado de este trabajo.

Actualmente, la prueba que aporta más información sobre el estado de salud de las arterias es la angiografía coronaria, el tipo de cateterismo cardíaco más común que sirve para comprobar si existe alguna restricción en el flujo de los vasos sanguíneos que van al corazón, y, en caso necesario, permite al especialista realizar, en el mismo momento, una angioplastia para abrir y restablecer el flujo sanguíneo en las arterias coronarias. Para no tener que pasar por esta intervención, es necesario el desarrollo de nuevos métodos que permitan detectar de forma precoz las personas que tienen estenosis (estrechamiento de la arteria).

En este sentido, son varios los estudios que han señalado al ojo como órgano candidato para la obtención de biomarcadores de riesgo cardiovascular, tanto por su estructura y facilidad de acceso como su implicación en multitud de procesos sistémicos cuyo primer signo puede incluso manifestarse como síntoma oftalmológico. Además, sabemos que los cambios en el sistema cardiovascular se han relacionado con signos que son visibles en el ojo y que algunos factores de riesgo cardiovascular, como la diabetes, la hipertensión arterial o la hiperlipidemia, producen lesiones típicas y específicas en el fondo de ojo.

Por tanto, podemos decir que existe una relación claramente establecida entre los ojos y las enfermedades cardiovasculares, a pesar de que hasta la fecha ninguna investigación ha demostrado una relación clara entre la presencia de enfermedad cardiovascular y anomalías en las estructuras oculares o la expresión de diferentes mediadores inflamatorios en las lágrimas.

Justamente para demostrar esta relación de asociación, los autores de este trabajo realizaron un exhaustivo examen oftalmológico a un total de 96 pacientes del Hospital Virgen de la Victoria de Málaga con sospecha de cardiopatía coronaria aguda. Al mismo tiempo, también analizaron muestras de su líquido lagrimal para poder detectar citocinas (pequeñas proteínas que son cruciales para controlar el crecimiento y la actividad de otras células del sistema inmunitario y las células sanguíneas), así como otros mediadores inflamatorios.

Fruto de este análisis, los investigadores pudieron diferenciar dos biomarcadores que, usados en combinación con los marcadores de riesgo cardiovascular clásicos como la hipertensión, hipercolesterolemia, diabetes, obesidad, tabaquismo, consumo de alcohol, etc., contribuyen a definir un modelo predictivo de riesgo que podría mejorar los sistemas de cribado y detección precoz de la cardiopatía isquémica. En concreto, se trata del grosor coroideo y de los niveles del factor estimulante de colonias de granulocitos (un tipo de glóbulos blancos) en las lágrimas.

El primero de estos biomarcadores es el grosor de la coroides, es decir, de la membrana situada entre la parte blanca del ojo (la esclerótica) y la retina. La coroides es una membrana esponjosa formada por capilares, arterias, venas y tejidos, que permite proporcionar oxígeno y otros nutrientes al ojo.

Y el segundo biomarcador son los niveles de G-CSF, un factor de crecimiento implicado en la formación de colonias de granulocitos (un tipo de glóbulos blancos) en las lágrimas, que se ha visto que podría ser un factor protector frente a la patología coronaria. En concreto, el factor de crecimiento G-CSF interviene en el proceso de generación de las células que integran la sangre, y también induce la diferenciación de las células madre de la médula ósea en células del músculo cardiaco cuando entran en contacto con áreas dañadas del miocardio.

“En resumen, los resultados del estudio han mostrado que el grosor coroideo y el factor estimulante de colonias de granulocitos en lágrima mejoran el modelo predictivo para la enfermedad isquémica coronaria cuando se añaden a la edad, sexo, hipertensión, hipercolesterolemia, diabetes, tabaquismo y obesidad”, detalla Jiménez Navarro. Ahora, “se necesitan nuevos estudios para valorar la validez de este modelo en otros grupos de pacientes con características clínicas diferentes”, concluye el investigador autor del estudio.

FUENTES:

  • Romero-Trevejo, J.L., Fernández-Romero, L., Delgado, J. et al. Choroidal thickness and granulocyte colony-stimulating factor in tears improve the prediction model for coronary artery disease. Cardiovasc Diabetol 21,103 (2022). https://doi.org/10.1186/s12933-022-01538-0

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