La enfermedad cardiovascular (ECV) continúa siendo la causa más importante de mortalidad en el mundo con un estimado de 18,6 millones de muertes cada año. En este sentido, sabemos que la prevención es fundamental para lograr cambiar esta dinámica mundial y por ello es importante lograr reducir el porcentaje de población con factores de riesgo vascular, principalmente hipertensión, hipercolesterolemia, obesidad y diabetes.

La mayor parte de estos factores de riesgo son consecuencia y están asociados a un estilo de vida poco saludable fruto de: dietas poco equilibradas (ricas en grasas, sodio, carbohidratos y azúcares, etc.), estrés (mucha presión, tensión, ansiedad, etc.), alto consumo de sal, sedentarismo, tabaquismo, etc.; por ello su tratamiento se basa principalmente en cambiar hacia un estilo de vida más saludable mediante la práctica diaria de actividad física y una dieta cardiosaludable, además de prescripción farmacológica, si es necesario.

En la salud del sueño influyen varios factores, que son: la duración del sueño (tiempo en 24 h que se pasa dormido), la continuidad o eficiencia del sueño (facilidad para conciliar el sueño y volver a dormirse), el momento del sueño (cuándo ocurre el sueño), el estado de alerta (capacidad para mantener la atención) y la calidad del sueño (calificación subjetiva de buen/mal sueño).

Asimismo, dormir bien es muy importante para la salud y el bienestar general de la persona, pues todos hemos experimentado alguna vez los efectos que tiene sobre nuestro bienestar el dormir pocas horas o incluso el jet lag. En esta línea, son muchos los estudios publicados que han relacionado el dormir mal y con interrupciones con un aumento del riesgo de aterosclerosis (acumulación de placas en las arterias de todo el cuerpo), como este estudio publicado en el Journal of the American College of Cardiology (JACC).

Por ahora sabemos que “dormir bien” es un factor protector frente a la ECV, pero ¿a qué se debe? Sabemos poco sobre ello, pero la evidencia sugiere que la clave está en el ritmo circadiano, ya que se ha comprobado que la desalineación prolongada de los ritmos circadianos está asociada con presión arterial elevada, calidad de sueño reducida, mayor riesgo de trastornos cardiovasculares, y que puede estimular la aterosclerosis, proporcionando un aumento del riesgo cardiovascular.

Ahora, un estudio publicado este mes de enero en la European Heart Journal – Digital Health ha revelado que la hora de ir a dormir también influye en tener un menor o mayor riesgo de sufrir un evento cardiovascular. “El cuerpo tiene un reloj interno de 24 horas, llamado ritmo circadiano, que ayuda a regular el funcionamiento físico y mental. Los resultados de nuestro estudio sugieren que es más probable que acostarse más temprano o tarde altere el reloj corporal, con consecuencias adversas para la salud cardiovascular”, explica David Plans, de la Universidad de Exeter -Reino Unido- y autor del estudio.

El estudio incluyó a 88.026 personas del Biobanco del Reino Unido reclutadas entre 2006 y 2010, cuya edad promedio era de 61 años (rango de 43 a 79 años), 51.214 (57,9 %) eran mujeres y 36.812 (41,6 %) hombres. Los datos sobre el inicio del sueño y la hora de despertarse se recopilaron durante 7 días utilizando un acelerómetro de muñeca que registró la actividad de los participantes.

Además, éstos también completaron evaluaciones y cuestionarios demográficos, de estilo de vida, de salud y físicos y, seguidamente, se les monitorizó para un nuevo diagnóstico de ECV (ataque cardíaco, insuficiencia cardíaca, enfermedad cardíaca isquémica crónica, accidente cerebrovascular y ataque isquémico transitorio). A lo largo del seguimiento (promedio de 5,7 años) 3.172 participantes (3,6%) desarrollaron ECV.

Los investigadores analizaron la asociación entre el inicio del sueño y los eventos cardiovasculares después de ajustar una serie de factores como edad, sexo, duración del sueño, irregularidad del sueño (definida como tiempos variados para irse a dormir y despertarse), cronotipo autoinformado (madrugador o noctámbulo), tabaquismo, índice de masa corporal, diabetes, presión arterial, colesterol en sangre y nivel socioeconómico.

Los resultados mostraron que ir a dormir entre las 22.00h y las 23.00h reduce el riesgo de desarrollar ECV. Así, en comparación con éstas, las personas que se iban a dormir antes de las 22.00h presentaron un 24% más de riesgo y las que lo hacían después de las 24.00h tenían un 25% más de probabilidades de padecer un evento cardiovascular (relación en forma de “U”). Por otro lado, las personas que se iban a dormir entre las 23.00h y las 23.59h presentaron un 12% más de posibilidades de sufrir un evento de esta índole.

Además, los investigadores también observaron que la asociación fue más fuerte en las mujeres, y solo el inicio del sueño antes de las 22.00h siguió siendo significativo para los hombres, a lo que Plans sugiere que, “puede ser que haya una diferencia en la forma en que el sistema endocrino responde a una interrupción en el ritmo circadiano”.

“Nuestro estudio indica que el momento óptimo para irse a dormir es en un punto específico del ciclo de 24 horas del cuerpo y las desviaciones pueden ser perjudiciales para la salud. El momento con más riesgo fue después de la medianoche, posiblemente porque puede reducir la probabilidad de ver la luz de la mañana, lo que restablece el reloj biológico”, destaca el autor del estudio; quien añade que, “la relación en forma de U entre la hora de inicio del sueño y el riesgo de ECV refleja la relación entre la duración del sueño y el riesgo de ECV. Tanto las duraciones de sueño cortas como largas se asocian con un mayor riesgo de ECV.”

Así, este trabajo demuestra que la hora de ir a dormir se ha convertido en un factor potencial de riesgo cardiovascular, independientemente de otros factores de riesgo y características del sueño. “Si nuestros hallazgos se confirman en otros estudios, el horario para dormir y la higiene básica del sueño podrían ser un objetivo de salud pública de bajo coste para reducir el riesgo de enfermedad cardíaca. También demostramos la utilidad potencial de recopilar información sobre los parámetros del sueño a través de dispositivos portátiles con capacidad de acelerometría, que pueden servir como nuevos indicadores de riesgo cardiovascular”, concluye Plans.


Fuentes:

  • Bedtime linked with heart health. European Society of Cardiology. ESC Press Release.09 November 2021. Disponible aquí.
  • Nikbakhtian S, Reed AB, Obika BD, et al. Accelerometer-derived sleep onset timing and cardiovascular disease incidence: a UK Biobank cohort study. European Heart Journal- Digital Health, Volume 2, Issue 4, November 2021, Pages 658–666.  Disponible aquí.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies