Vivimos en una sociedad donde cada vez son más comunes el aislamiento social y la soledad. El riesgo de aislamiento social aumenta con la edad debido a determinados factores, como la viudez y la jubilación y, además, la pandemia de la COVID-19 ha contribuido a experimentar un importante aumento del aislamiento social, especialmente entre adultos jóvenes y mayores, mujeres y personas de bajos ingresos.
No es lo mismo aislamiento social que soledad. El aislamiento social se define como tener contacto personal poco frecuente con personas con las que te relacionas socialmente (familiares, amigos, compañeros de trabajo, etc.) y, en cambio, la soledad es cuando uno siente que está solo o tiene menos conexión con los demás de lo que desea. Así, hay personas que pueden llevar una vida relativamente aislada y, a pesar de ello, no sentirse solas; y, por el contrario, hay personas con mucha actividad y relaciones sociales que pueden sentirse solas.
Se han realizado numerosos estudios para evaluar las consecuencias que la soledad o el aislamiento social pueden tener sobre la salud, pero algunos de ellos incluso con resultados contrapuestos. Con el objetivo de sacar conclusiones claras sobre esta posible relación, un grupo de investigadores de la American Heart Association realizaron una revisión sistemática para evaluar si realmente hay evidencia sustancial disponible que relacione el aislamiento social y la soledad con la enfermedad o mortalidad cardiovascular.
Los resultados, que han sido publicados recientemente en Journal of the American Heart, demuestran que efectivamente existe una asociación inversa entre el aislamiento social y la soledad con la enfermedad coronaria y la mortalidad por accidente cerebrovascular. En concreto los investigadores encontraron que:
- El aislamiento social y la soledad son determinantes comunes, pero poco reconocidos, de la salud cardiovascular y cerebral.
- La falta de conexión social se asocia con un mayor riesgo de muerte prematura por todas las causas, especialmente entre los hombres.
- El aislamiento y la soledad están asociados con marcadores inflamatorios elevados, y las personas que estaban menos conectadas socialmente tenían más probabilidades de experimentar síntomas fisiológicos de estrés crónico.
- Al evaluar los factores de riesgo para el aislamiento social, la relación entre el aislamiento social y sus factores de riesgo va en ambos sentidos: la depresión puede conducir al aislamiento social y el aislamiento social puede aumentar la probabilidad de experimentar depresión.
- El aislamiento social durante la infancia se asocia con un aumento de los factores de riesgo cardiovascular en la edad adulta, como la obesidad, la hipertensión arterial y el aumento de los niveles de glucosa en sangre.
“Existe una fuerte evidencia que vincula el aislamiento social y la soledad con un mayor riesgo de peor salud cardíaca y cerebral en general; sin embargo, los datos sobre la asociación con ciertos resultados, como insuficiencia cardíaca, demencia y deterioro cognitivo, son escasos”, explica la Dra. Crystal Wiley Cené, presidenta del grupo de redacción de la declaración científica de la AHA y profesora de medicina clínica y directora administrativa de equidad, diversidad e inclusión en la salud de la University of California San Diego Health.
Los resultados demuestran que el vínculo más consistente se da entre el aislamiento social, la soledad y la muerte por enfermedad cardíaca y accidente cerebrovascular, con un aumento del 29 % en el riesgo de ataque cardíaco y/o muerte por enfermedad cardíaca, y un aumento del 32 % en el riesgo de accidente cerebrovascular y muerte por accidente cerebrovascular.
“Además, hemos visto que el aislamiento social y la soledad también se asocian con un peor pronóstico entre aquellas personas que ya han sufrido un evento coronario o un accidente cerebrovascular”, añade Dra. Crystal Wiley Cené.
Así, se observa que las personas con enfermedad cardiovascular ya establecida que estaban socialmente aisladas tuvieron entre el doble y el triple de muertes durante los seis años de seguimiento que duró uno de los trabajos estudiados. En concreto, los datos analizados demuestran que los adultos aislados socialmente -tres o menos contactos sociales al mes- pueden tener un 40 % más de riesgo de accidente cerebrovascular o ataque cardíaco recurrente. Además, las tasa de supervivencia a 5 años de los pacientes con insuficiencia cardíaca fue más baja (60 %) para las personas que estaban socialmente aisladas y para las que estaban socialmente aisladas y clínicamente deprimidas (62 %), en comparación con las que tenían más contactos sociales y no estaban deprimido (79 %).
Este trabajo también pone de manifiesto que los factores de riesgo conductuales conocidos ya en la enfermedad cardiovascular (ECV) -como la práctica regular de ejercicio físico o una alimentación equilibrada- pueden verse afectados por el aislamiento social y la soledad. En este sentido, son varios los estudios que han encontrado asociación entre las conductas como el tabaco, la inactividad física o sedentarismo u el menor consumo de frutas y verduras con la soledad y el aislamiento social.
«Más de cuatro décadas de investigación han demostrado claramente que el aislamiento social y la soledad están asociados con resultados adversos para la salud«, resume como conclusión principal la autora principal del documento, quién va más allá y añade que “existe una necesidad urgente de desarrollar, implementar y evaluar programas y estrategias para reducir los efectos negativos del aislamiento social y la soledad en la salud cardiovascular y cerebral, particularmente para las poblaciones en riesgo. Los médicos deben preguntar a los pacientes sobre la frecuencia de su actividad social y si están satisfechos con su nivel de interacción social con amigos y familiares. Además, deben estar preparados para derivar a las personas que están socialmente aisladas o solas, especialmente aquellas con antecedentes de enfermedad cardíaca o accidente cerebrovascular, a recursos comunitarios para ayudarlos a ponerse en contacto con otras personas”.
Así, los investigadores señalan que estos datos pueden ser una oportunidad para diseñar nuevas herramientas de recopilación de datos y estrategias efectivas que sirvan para combatir el aislamiento social y la soledad, al mismo tiempo que mejoramos la salud cardiovascular entre aquellos grupos de población más vulnerables, como son los adolescentes, ancianos, inmigrantes o poblaciones rurales.
Fuentes:
- El aislamiento y la soledad aumentan un 30% el riesgo de infarto e ictus. REDACCIÓN MÉDICA. Disponible en: https://www.redaccionmedica.com/secciones/cardiologia/el-aislamiento-y-la-soledad-aumentan-un-30-el-riesgo-de-infarto-e-ictus-5253
- W. Cené, Crystal; M. Beckie, Theresa; Sims, Mario; F. Suglia, Shakira; et al. Effects of Objective and Perceived Social Isolation on Cardiovascular and Brain Health: A Scientific Statement From the American Heart Association. Journal of the American Heart Association. 4 Aug 2022. https://doi.org/10.1161/JAHA.122.026493